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sábado, 8 de enero de 2011

ALGO EN EL AMBIENTE

El nuevo año ha comenzado, y algo ha cambiado. Se siente en los bares, se escucha en las conversaciones en la calle, el metro, el trabajo... Está en el ambiente.
La llamada "Ley Antitabaco" ha irrumpido en la vida de los españoles de a pie, y lo ha hecho con la fuerza de las cosas que parecen inamovibles; pero ello no ha impedido que suscite opiniones, quejas y comportamientos de toda índole. Pero, aunque opinar es libre (porque todo esto, estimado lector, va de libertad), habríamos de plantearnos la propia naturaleza de la ley, para poder así emitir juicios de valor más próximos a la realidad.
En primer lugar, el propio nombre de la ley no parece adecuarse a esta naturaleza de la que hablamos; ya que, irónicamente, la "Ley Antitabaco" no persigue el tabaco, fuente sustanciosa de beneficios para el Estado. Prueba irrefutable de ello es la aprobación de 15000 nuevos puntos de venta, una actitud diametralmente opuesta a la que seguiría un Estado que trata de impedir su consumo. En este punto, y aunque a ciertos presidentes (porque hoy día todo el mundo es presidente; de su comunidad, de su calle, de su bar, de su casa...) les moleste, no vendría de más recordar que el tabaco es una sustancia LEGAL. Y lo seguirá siendo. Porque la "Ley Antitabaco" es en realidad la "Ley Antifumador".
Es al fumador a quien persigue, discrimina y aparta esta ley; como si fuese un foco de contagio, o una gangrena a estirpar. Nos dicen que es necesario proteger la salud de aquellos que quieran preservarla, y no seré yo quien lo discuta. Estoy completamente de acuerdo. Pero desde el momento en que yo, como fumador y consumidor de una sustancia (repito) legal, no dispongo de una zona adaptada para fumar, me siento completamente discriminado. Como un apestado, tengo que interrumpir mis actividades en lugares de ocio y salir a soportar las inclemencias del tiempo; para que los padres que llevan a sus hijos a los bares, los cuales ofrecen un ambiente perfecto para los pequeños, puedan mirarme por encima del hombro al salir. Recuerdo cuando los padres que llevaban a sus hijos a los bares eran unos irresponsables por introducirles en lugares poco adecuados a ellos. Es curioso comprobar que aquellos padres eran los mismos que estos (en un brillante giro provocado por la campaña pública); aunque más curioso es aún ver cómo el bar de toda la vida se convierte en un parque infantil de juegos, con niños correteando, gritando y molestando ante la mirada de padres impasibles que prefieren compartir la carga de sus queridos con el resto del bar.
Todo esto sería más soportable en igualdad de condiciones. ¿Que aquellos que nunca pisaron un bar quieren ahora hacerlo para ver qué se siente, como exploradores o colonos que buscan nuevas experiencias? Por mí perfecto, siempre y cuando los fumadores podamos también hacerlo. Y como no quiero dañar la salud de nadie, sólo pido una zona para poder hacerlo. En aeropuertos, bares, discotecas, ... Porque si no hay tolerancia, el mínimo exigible es la igualdad. Y me gustaría recordar que siempre ha estado permitido abrir un bar de uso exclusivo para no fumadores. Si no se ha hecho, es porque no había suficiente público objetivo; y en los casos existentes, los negocios han tenido que cambiar el cartel rojo por uno verde. Parece que, al menos en lo que respecta al ocio, el fumador deja más ingresos que el no fumador. Veremos si, al igual que en otros países como Holanda, esta pseudoley no deberá echarse atrás. Realmente, todo depende de la pasividad (o no) de la sociedad.
En esta espiral de intolerancia, en la que el Gobierno aplica la máxima del "divide y vencerás", esta vez nos ha tocado a los fumadores. La próxima vez, puede que le toque a otros que ahora miran hacia otro lado. Por el momento, el humo se ha apartado del ambiente; pero ahora se puede percibir otro tufillo a hipocresía y control de los hábitos públicos. Sin duda, el ambiente se ha enrarecido.


P.D: La imagen es de Francisco Mazzei, y obtenida a través de Flickr.
P.D.2: Seguramente, ya lo habrás notado, pero soy fumador; y no me gusta ser apartado como un delincuente.

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