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domingo, 24 de octubre de 2010

MALA PUNTERÍA



Hay quien está tocado por el cielo de alguna manera. No cabe duda porque constantemente recibimos pruebas de ello: personas que no son más inteligentes que la media, ni más guapas ni desde luego más respetables, nos gobiernan en nuestras empresas, comunidades y gobiernos. Pues bien, el señor Tony Blair es una de estos elegidos por alguna clase fuerza superior. ¿Cómo se explica, de lo contrario, que ante decenas de personas arrojándole huevos, zapatos y demás objetos de esta índole, ni uno acierte a darle? Sólo a eso podemos achacarlo. A eso, y a la mala puntería.
Igual de mala fue, sin embargo, la puntería del señor Blair al apuntarse a una guerra ilegal (reconozco que aún no entiendo lo que esto significa) con sus amiguetes George y Jose María; y él no ha acabado en la cárcel, como sus agresores, esos hippies que se atreven a arruinarle la imagen en la presentación de su último libro (qué groseros).
Y es que, se ponen difíciles las cosas para los tres (más uno) de las Azores, cuando se clama por un juicio por crímenes de guerra que ponga por fin algo de justicia en uno de los mayores despropósitos de los últimos tiempos. Los dardos apuntan a las tres cabezas de los otrora flamantes presidentes del mundo civilizado. Y últimamente su puntería no parece tan mala. Veremos si hacen diana.

SUN TZU Y EL D.A.F.O. DE LAS REDES SOCIALES




TRADUCCIÓN:



Como una verdadera bomba, las redes sociales han estallado y forman ya parte activa de nuestras vidas; lo cual es ya un hecho evidente. Lo que no parece tan evidente, en especial para los profesionales de la comunicación, es cuánta parte tiene esto de amenaza y cuánta de oportunidad.
Decía hace mucho tiempo Sun Tzu, que no sabía nada de redes sociales, pero mucho de estrategia, que había que fluir como el agua; adaptándose a las adversidades y convirtiéndolas en fortalezas. Y es que, alguna oportunidad tiene que haber en una de las tecnologías que más rápido crece, y que a más gente llega.
Sin embargo, es engañoso en mi opinión el alcance de las redes como FaceBook; pues si bien globalmente llega a muchísima gente, es igualmente cierto que su alcance está muy segmentado. Empleando uno de los ejemplos que nos plantea el video, si imaginamos a FaceBook como un país, el tercero mayor en población del mundo, deberíamos imaginarlo como el país más "federal" de todos, aquél que más (y más pequeños) estados tiene. Sus habitantes no tienen necesariamente algo que los haga comunes (aparte, por supuesto, del propio uso de las nuevas tecnologías). Se dividen en pequeños grupos de contactos, que por lo general no superan los 500 contactos, y de los cuales no más de 100 son efectivos (aquellos con los que se mantiene una relación asidua y constante en el tiempo), y no tienen un denominador cultural o de consumo afín. Resulta paradójico, por tanto, que aquél que se presenta como uno de los medios de masas que llega a más gente, no es en realidad un medio de masas al uso; por lo que los caminos habituales para llegar a sus usuarios no sirven. Hay que innovar; estudiar a estos nuevos usuarios y atender a sus demandas; ya que aquellos que antes las satisfagan tendrán gran parte del camino hecho para obtener la mejor parte de la tarta.
No todos podemos ser genios de la estrategia, pero las redes sociales ya han estallado, y ante una situación que no parece que vaya a cambiar si no es para evolucionar, no podemos sino tratar de fluir y adaptarnos. Si Sun Tzu levantara la cabeza... probablemente se haría un perfil en FaceBook.

LOS AIRES DEL CAMBIO



Este video subido a youtube por Casaleggio Associati nos muestra el pasado reciente, presente y un ¿posible? futuro de los medios de comunicación. Al verlo, no he podido evitar recordar a Morfeo, preguntándole a Neo aquello de "¿Acaso crees que lo que respiras aquí es aire?" en la película Matrix.
Hay en el video dos puntos de gran interés sobre los que se podría debatir. Y el primero de ellos es el inevitable choque en torno a los medios y los modos de comunicación con la llegada de Internet, entre lo social y lo legal. El problema (porque está claro que hay un problema) es que ambos mundos se están separando tanto, que media ya un abismo entre ambos; hasta tal punto que uno no sabe para quién legislan los legisladores, si para el ciudadano común o simplemente para cubrirse las espaldas frente a la comunidad de ciudadanos. El futuro de los derechos de autor está en entredicho, y si se pretende sobrevivir hoy en día de la creación de productos culturales (que me predonen los puristas por el empleo del término producto), ya no basta con acogerse a leyes ilegales propuestas para contentar a amiguetes y coartar la libertad de los consumidores. Hay que innovar; buscar un modo equitativo de garantizar unas ganancias a los creadores, que no siempre crean por amor al arte, sin perjudicar con ello a quienes siempre salen perjudicados. Se me ocurre que quizá, si los legisladores fuesen más valientes, harían recaer esa responsabilidad sobre las operadoras de telecomunicaciones; que teniendo mucho que ver con el problema, se han lavado las manos. Mientras, se mantienen enquistadas en el modus vivendi de una sociedad conformista, enriqueciéndose; ofreciendo uno de los peores servicios de toda Europa a uno de los precios más altos. Nada que no podamos permitirnos, dada nuestra gran renta per capita.
Por otro lado, también podríamos debatir sobre el futuro que nos presenta el video. Sobre si es posible o no; o sobre si es o no lo que queremos. A estas alturas, realmente hablar sobre si puede o no técnicamente alcanzarse ese futuro me parece una pérdida de tiempo; dada la aparente evidencia que nos dan los adelantos de las dos últimas décadas. Podríamos discutir, eso sí, el tiempo que tardarán estos milagrosos chips, estos cerebros implantados en nuestros cerebros, en llegar a nosotros. A mí me parece que tardarán bastante más de lo vaticinado por este video. Y no tanto por razones estrictamente tecnológicas (que también), sino porque dudo de la aceptación que reciban entre la sociedad mayoritaria. Después de todo, ¿realmente mucha gente preferirá viajar a Venecia a través de un programa informático, por fiel que este resultase, a estar allí en persona? Para que esto suceda, creo que los programas de realidad virtual tendrán que ofrecer un valor añadido; y este valor añadido consistirá, paradójicamente, en no ser demasiado fieles a la realidad. Me explico: Es posible que me anime conducir un Ferrari en realidad virtual; pero si para conducir un Ford Fiesta, prefiero bajar al garaje. Del mismo modo, si puedo subir volando al Himalaya y respirar el aire en las alturas (algo que probablemente no haga en la vida real), lo haré; pero para respirar el humo de mi ciudad, prefiero hacerlo en persona. Al menos, así no tendré que preguntarme si lo que respiro es o no es aire. Ya conozco la respuesta.

domingo, 3 de octubre de 2010

EL LIBRO ÚNICO

Comentaba allá por junio del presente año un profesional de la comunicación, de vocación bloguera por ende, las escasas alegrías y numerosas penas del nuevo libro de estilo de RTVE. Le achacaba, sobre todo, el hecho de no resultar completo; por ser redundante en aspectos deontológicos e incompleto en lo que debería conformar algo así como el alma de la empresa (curiosa antonimia). Por otra parte, decía nuestro compañero que en RTVE no había transparencia; que el dichoso librito probablemente acabaría en el fondo de algún cajón, y que en lugar de servir a los trabajadores de la empresa, sería una especie de espada de Damocles que pendería sobre sus cabezas, acechándolos, esperando un error de éstos para cernirse sobre ellos. Menuda perspectiva. Uno nunca sabe si es preferible que le caiga encima una espada, o la enorme inutilidad de un libro que no se difunde ni se lee.
Sinceramente, yo creo que un libro de estilo específico para cada una de las empresas que conforman el entramado del panorama comunicativo es un sinsentido. En primer lugar, en el ámbito deontológico, todas las directrices a tomar en el camino del buen periodista se encuentran recogidas ya (no entro a debatir sobre si se cumplen o no) en el Estatuto de Informativos. En el ámbito del estilo, son ya numerosas las publicaciones que ahondan en este asunto; tan parecidas todas ellas, y al tiempo tan diferentes, como diría aquél. Y en cuanto al desarrollo de elementos distintivos de una empresa, como lo pueden ser la rotulación, tipografías o cortinillas, en mi opinión no se deberían poner este tipo de trabas a la creatividad. Bien es cierto que se hace necesario dotar de cierta uniformidad a los trabajos que una empresa de comunicación saca a la luz; pero en ocasiones, los mejores trabajos son los que se saltan esa regla, esa uniformidad. Ocurre que una persona, pongamos directivo, surpervisor o similar, ha desarrollado (o eso se espera, al menos, de él) el criterio requerido para saber cuando conviene dar luz verde a un trabajo que supera la mencionada uniformidad, cosa que un libro no puede hacer. Por muy bien redactado que esté.
En mi opinión, lo interesante sería tener un único libro de estilo para todos los trabajadores del gremio; más general, libre en ciertos aspectos, pero estricto en lo esencial. Algo a lo que se puedan aferrar tanto los trabajadores de la casa, como los trabajadores sin casa; aquellos que ruedan de empresa en empresa en lo que expira un contrato de eventual, si es que lo tuvieren. Dicho libro debería ser redactado con mimo; casi como la Constitución: con la máxima participación de los periodistas, o de representantes realmente interesados en el arte de la información. Pero, a diferencia de ésta, debería poder modificarse con el transcurso del tiempo, para adaptarse constantemente a los cambios de la profesión.
La llegada y evolución de Internet, con todos los cambios que ha propiciado, parece ser una excusa perfecta para redactar de una vez lo que, ahora mismo, sólo parece algo mitilógico: Un libro de Estilo único.